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COSTUMBRES LEONESAS EN TORNO A SAN ANTÓN Y EL FUEGO.
RUA ALLER, Francisco Javier
INTRODUCCIÓN
Antiguamente, la festividad de San Antonio Abad o San Antón, como era más popularmente nombrado, el 17 de enero, era celebrada en muchas localidades leonesas, pero actualmente, debido a la disminución de las actividades ganaderas y a la sustitución de los animales por las máquinas en las tareas agrícolas, su festividad ha ido desapareciendo de muchos lugares. Algunos actos que se mantienen actualmente son las misas y procesiones con el santo, los refranes o versos dedicados al protector de los animales (por ejemplo en Las Grañeras), las subastas de cerdos (La Bañeza), partes del cerdo (Astorga) o dulces (Algadefe), la bendición de animales (en muchos lugares), el reparto de panecillos u hogazas (Vega de Infanzones y Castrocalbón) y el encendido de hogueras la víspera (Villademor de la Vega). Otras han desaparecido parcialmente, como las ofrendas del Ramo o el ofrecimiento de simples velas el día de su festividad, durante las novenas o ante alguna petición particular por los animales enfermos. Finalmente, otras son un mero recuerdo, como el empleo del llamado marco o hierro de San Antón, con el que marcaban a los animales ante la aparición de epidemias en el ganado.
Algunas de estas costumbres están(ban) relacionadas con un elemento sacro y purificador como era el fuego, asociado al santo por algún pasaje de su vida legendaria o por el llamado fuego de San Antonio o ergotismo, una enfermedad que desató verdaderas epidemias en la Edad Media y a cuya curación dedicaron sus conocimientos y desvelos los frailes de la Orden Hospitalaria de San Antonio (los Antonianos), fundada en el siglo IX en Sant–Antonie (Francia), en el lugar donde se depositaron las reliquias del santo anacoreta.
EL FUEGO SAGRADO Y LOS PANECILLOS DE SAN ANTÓN
La iconografía más habitual de San Antonio Abad en las iglesias de la provincia leonesa es la de un santo anciano (vivió 105 años), barbado, apoyado en un bastón en forma de muleta u otras formas, con una esquila colgada al cuello, que sirve para ahuyentar a los espíritus malignos y a veces un libro (que indica el carácter sabio de quien fuera considerado “Padre Espiritual” (significado de la palabra “Abad”) de una de las principales corrientes monacales cristianas. Viste hábito largo, cuya forma puede variar, en ocasiones es negro, en relación con la Cofradía Hospitalaria de San Antonio y lleva la Tau o cruz egipcia, que era el emblema de la orden. A sus pies se coloca un cerdo (generalmente de color negro), para indicar que era dominador y protector de los animales; pero también puede estar relacionado con la idea que se tenía de este animal en el mundo antiguo: el cerdo era considerado un ser impuro, relacionado con la suciedad y el pecado. Animal tabú en muchas religiones, era asociado a la imagen del demonio. Satanás muchas veces adoptaba la forma de cerdo negro o jabalí. Por otra parte, en la teología cristiana, colocar animales a los pies de las figuras venía a significar que habían conseguido la perfección y la bienaventuranza, al dominar las fuerzas de la naturaleza y la materia. De manera más simple, este cerdo al lado del santo podía indicar la protección que prestaba San Antonio a todos los animales y, especialmente, al cerdo, base de la alimentación rural.
Más infrecuente es la representación del santo con lenguas de fuego a los pies. Una muestra de la misma se encuentra, dentro de la provincia leonesa, en la iglesia de San Pedro de Villademor de la Vega. No obstante, de acuerdo con algunos estudios, estas imágenes del santo con el fuego eran frecuentes en las iglesias y ermitas situadas a lo largo del Camino de Santiago, por cuanto en varias localidades de esta vía edificaron sus hospitales los Antonianos que se establecieron en la Península Ibérica y donde trataban, entre otras, la enfermedad del fuego sagrado (ignis sacer) o ergotismo, que padecían los peregrinos europeos que hacían el Camino.
Esta enfermedad, un padecimiento completamente enigmático por entonces, causó verdaderas epidemias desde el siglo IX al XIV en Europa, especialmente en las regiones orientales de Francia, Alemania y Rusia, con consecuencias más temibles, incluso, que la propia lepra. Se presentaba bajo formas muy diversas: en unos casos afectaba a las vísceras abdominales, originando un cuadro doloroso que conducía a una muerte súbita; en otros, los más frecuentes, secaba los miembros (los enfermos presentaban terribles y dolorosas lesiones gangrenosas en dedos, nariz y orejas). Fue denominada fuego de San Antonio, bien porque muchos síntomas recordaban el martirio que había sufrido el santo cuando se fue a orar al desierto (y los demonios le herían cruelmente), o bien porque se extendió la creencia de que el santo eremita era, por voluntad de Dios, el único capaz de curar el fuego sacro, dirigiéndose los enfermos hacia su santuario situado entre Vienne, Grenoble y Valence.
Siglos después se supo que la enfermedad estaba producida por el consumo de pan de centeno contaminado con el hongo Claviceps purpurea (el cornezuelo). Los enfermos del fuego de San Antonio que acudían a los hospitales de los Antonianos eran tratados con los escasos remedios conocidos por entonces: ungüentos de sustancias grasas para las llagas, emplastos hechos de cera, esencia de trementina para la tos, membrillo como astringente y tisanas de diferentes tipos de hierbas. Además se les proporcionaba el “Pan de San Antón”, consistente en unos pequeños panecillos marcados con la cruz Tau y elaborados con harina de trigo, sin fermentos ni sal, los cuales inmediatamente proporcionaban el alivio necesario a los enfermos, al sustituir a los panes de centeno parasitado.
Como recuerdo a estos panecillos terapéuticos, se mantuvo la costumbre de repartir el “Pan de San Antón” durante la festividad del santo eremita. Así, por ejemplo en el Hospital de San Antonio Abad de León, situado inicialmente en el centro de la capital (cerca de la iglesia de San Marcelo) y posteriormente a las afueras (en los altos de Nava), estos panecillos recibieron el nombre de “cotinos” y se repartían, al menos, hasta mediados del siglo pasado durante la festividad del santo, tal y como recuerda la siguiente noticia del periódico La Luz de Astorga, en la sección “Lo que sucede” en la capital de la provincia:
“Mañana celebrará el Hospital Provincial de San Antonio Abad su fiesta patronal con misa solemne y reparto de los clásicos «cotinos» o bollos benditos” (1).
La costumbre desapareció hasta hace algunos años, en que volvió a recuperarse, si bien en un domingo cercano al 17 de enero, tal y como recoge también la prensa local:
“El pan de San Antón cerró el programa de celebraciones por la onomástica del santo, que ayer [13 de enero] bendijo a los cientos de animales de compañía que acudieron a la cita con la protección de su venerado. Panecillos de San Antón, característicos por la ausencia de sal en la receta, por la escasa fermentación y por acompañarse de los sinsabores del frío invernal. Así de forma secular” (2).
Por su parte, este año de 2009, la Asociación San Francisco El Real Extramuros de León recuperó la tradición de la festividad de San Antón en la ciudad, el mismo día 17 de enero, y unió al tradicional reparto de los “cotinos”, el encendido de una hoguera, el sorteo de un lechón y el recitado de los refranes al santo. Todo ello acompañado de un “fervudo” (vino caliente con orégano y miel) (3).
Cerca de la capital, en Vega de Infanzones, se siguen bendiciendo los “panes de San Antón” durante la misa del santo. Los asistentes luego pagan por ellos, dando una limosna, y los llevan para casa. Lo comen las personas y como el pan está bendito, se lo dan a comer a los animales, para que queden de esta forma bendecidos (4). Costumbres similares se practicaban en Bembibre, donde según nos comenta Alonso Ponga en un magnífico trabajo sobre la festividad de San Antón en Castilla y León: “En Bembibre (León) se bendecían unas «bollas» (panecillos de forma vagamente antropomorfa que son típicos de este día) de los cuales comen posteriormente las personas y, finalmente, los animales” (5). En varios lugares de España también se repartían (y se siguen repartiendo) estos panes de San Antón, siendo sustituidos en algunos lugares por dulces como “rosquillas de San Antón” (Las Grañeras, Ciudad Rodrigo y Rosales de Campos, entre otros) (6) o tartas (Algadefe). En la localidad leonesa de Castrocalbón aún hoy se celebra la festividad de San Antonio Abad, con los siguientes actos: asistencia a los funerales por los hermanos difuntos, novena, procesión y banquete, donde cada cofrade recibe una tradicional hogaza de pan bregado (7).
HOGUERAS Y VELAS
Fuego profano y fuego sagrado también se unen en la fiesta de San Antón. El primero está representado por las hogueras que se encienden en las calles o en los hachones que portan los participantes en la fiesta, de lo cual hay numerosas manifestaciones a lo largo de la geografía española, baste mencionar las que se mantienen actualmente en Navalvillar de la Pela (Cáceres), en San Bartolomé de Pinares (Ávila) y en Alfaro y otras localidades riojanas. Asimismo son conocidos estos fuegos en varias poblaciones del Levante y Andalucía, por ejemplo la gran hoguera de Canals (Valencia), los “chisperos” de Níjar (Almería), los “chiscos” de la Alpujarra (Granada), las “lumbres de San Antón” de Jaén y las hogueras de Trigueros (Huelva), donde la fiesta se asocia a las célebres “tiradas”, que consisten en arrojar desde los balcones panes, embutidos, objetos de valor y las tradicionales “roscas”, que son recogidos por los que asisten desde la calle a la fiesta.
En León, no obstante, el encendido de las hogueras durante la festividad de San Antonio Abad no es muy frecuente y son muy escasas las localidades que mantienen esta costumbre. Anteriormente mencioné la hoguera que se ha comenzado a encender en la capital leonesa; los periódicos mencionan también la del barrio astorgano de Puerta de Rey (8) y sin duda, la más conocida es la que se sigue encendiendo en Villademor de la Vega, que data de mucho tiempo atrás, y de la cual pudimos recoger los siguientes testimonios:
“La víspera de la fiesta, los mozos hacían la hoguera delante de la ermita del Cristo, se tomaba mistela, había danzantes y algunos se vestían de Carnaval, por parejas, por ejemplo”.
“Lo que sobraba de la hoguera (los rescoldos) lo llevaban los vecinos para los braseros”.
“A las 12 de la noche (de la víspera de la fiesta de San Antonio) se hacía la hoguera con danza. Había unos birrias con una careta y daban a la gente por las calles. Los danzantes iban por las calles para hacer la fiesta. Cuando se quemaba la hoguera se disfrazaban de Carnaval”.
“Delante de la hoguera echaban las poesías, cada uno iba diciendo unas, como ésta:
Oh glorioso San Antón,
el diecisiete de enero,
lleve la burra al agua
y se me cayó en el reguero.
Me tiró cuatro pedos.
uno para Juan,
otro para Pedro
y otro para el que hable el primero” (9).
Actualmente la fiesta de San Antón en Villademor, como en otros muchos lugares, ha pasado a celebrarse el fin de semana más cercano al día 17 y está unida a la fiesta de la patrona, La Virgen de la Piedad, que se conmemora el fin de semana anterior.
Los testimonios recogidos sobre esta festividad merecen algunos comentarios. En primer lugar destaca el carácter festivo comunitario, con la reunión de los vecinos en torno al fuego, en una fecha en la que la gente del campo tenía más tiempo libre, por cuanto las condiciones meteorológicas limitaban sus tareas, y servía para reforzar los lazos de vecindad. Tampoco debemos pasar por alto la presencia de disfraces alrededor de la hoguera, y esto es así por cuanto la fiesta de San Antonio Abad está próxima a los Carnavales, tal y como reflejan algunos refranes: “Por San Antón, mascaritas son” (Ciudad Rodrigo), “Las niñas de poco seso, por San Antón comienzan el Antruejo”(Tierra de Campos) y en general, “Por San Antón, carnestolendas son”. Es interesante también destacar el hecho de que la gente recoja los rescoldos de la hoguera para llevarlos a sus casas y emplearlos en el encendido de los braseros, una utilidad doméstica que pudo tener un significado más profundo en sus orígenes, y que está relacionada con prácticas similares que se realizaban en otros países de Europa, tal y como refiere Frazer a propósito de los fuegos de Cuaresma, del primero de mayo o incluso del solsticio estival (10). Finalmente, debemos recordar que las hogueras de San Antón son una manifestación más de los fuegos del solsticio de invierno, que se encienden no sólo durante la Navidad, Reyes y San Antón, si no también durante La Candelaria, San Blas y otras festividades de santos de devoción más limitada, tal y como recuerdan varios folkloristas (11).
El fuego sagrado relacionado con San Antón lo constituían las velas que se llevaban al santo el día de la fiesta; alumbraban durante toda la misa y luego se dejaban en la iglesia. Hemos encontrado distintas manifestaciones a lo largo de la provincia. La información más repetida era que “el que quisiera le ponía la vela a San Antón, ese día la llevaba a la iglesia y se le pedía por el gocho” (12). En Valdefuentes del Páramo, por ejemplo, nos comentaron lo siguiente sobre esta costumbre: “Le llamaban San Antonio de enero; el día de la fiesta, que no se dejaba de trabajar, se llevaba una vela a la iglesia y se la ponía junto al santo para pedir por los animales y se dejaba en la iglesia hasta que se apagaba o la quitaban” (13).
En Vega de Infanzones, el 17 de enero se engalanaba al santo, que estaba en la ermita de la Vera Cruz (lo vestían con túnica o capa), las gentes llevaban velas a la iglesia, que bendecía el sacerdote durante la misa y se dejaban alumbrando en unos armazones de madera, cerca del santo. El domingo siguiente se retiraban y se llevaban para las casas. A ese domingo lo llamaban “San Antonín” (14).
En Solana de Fenar, el día de San Antón se preparaba un ramo que llevaba 13 velas (6 a cada lado y una mayor, rizada, en el medio). Lo portaba un mozo, que era el quinto de ese año, lo llevaba a la iglesia antes de la misa acompañado por unas mozas, las cuales cantaban el Ramo, una de cuyas estrofas era la siguiente:
“Este ramo que llevamos,
lleva una vela mayor,
que se lo regalamos las mozas
el día de San Antón” (15).
En Las Grañeras todavía hoy se ofrece un ramo de roscas con dos o tres velas al santo; además cuando alguien tenía un animal enfermo ponía una vela a San Antonio y dejaban encendidas las velas durante la novena al santo (16).
EL MARCO DE SAN ANTÓN
En algunos pueblos leoneses se conservó la costumbre, hasta hace algunas décadas, de marcar a los animales (vacas preferentemente) con el llamado hierro o marco de San Antón, cuando surgían algunas epizootias. Era una forma de librarles de la enfermedad que estaban padeciendo, una práctica que entraría dentro de lo que Frazer consideraba el “fuego de auxilio”, necesidad o urgencia, el cual encendían los campesinos en muchas partes de Europa, en ciertas ocasiones, como eran las épocas en las que los rebaños se veían atacados por enfermedades epidémicas. En su forma más pura, estos “fuegos de auxilio” los constituían las hogueras que se encendían por fricción de dos piezas de madera y en cuanto las llamas comenzaban a extinguirse, se hacía pasar por las ascuas a los animales enfermos (17).
Del marco de San Antón he podido recoger tres testimonios en la provincia leonesa: en Villacidayo, en Valdepolo y en Lugán. Afortunadamente en uno de estos lugares (Valdepolo) conseguimos fotografiar uno de ellos, en Lugán tan sólo encontramos las marcas producidas por el hierro de San Antonio en las puertas de las cuadras y en Villacidayo sólo permanecían los recuerdos de aquel uso que llegó a tener el hierro hace algunas décadas.
El marco de Villacidayo aparece citado en el trabajo de María Campos y José Luis Puerto sobre las fiestas de la comarca de Rueda, publicado en 1994. En él se menciona un hierro que terminaba en cruz, existente por entonces en la iglesia del pueblo, el cual tenía el siguiente uso: “Como San Antón es el patrón de los ganados cuando alguna enfermedad o epidemia se extiende entre el mismo (vacas, cerdos, etc.) se marcaba a cada animal en las nalgas con el marco de San Antón (Villacidayo), calentando para ello el hierro, que se haya depositado en la iglesia, a fuego vivo”. Los mismos autores mencionan la existencia de marcos similares en pueblos cercanos como Vega de Monasterio y Valdepolo, que se utilizarían con los mismos fines curativos; el de Vega de Monasterio era un hierro terminado en A (18).
Catorce años más tarde, en la encuesta que realicé en Villacidayo, nuestra informante nos proporcionó los siguientes datos sobre el hierro de San Antonio y su uso hace ya varias décadas, tanto en Villacidayo como en Carbajal, una localidad cercana:
“Cuando había epidemia se marcaba a los animales con el hierro de San Antonio, que el alcalde era el encargado de guardarlo. Se decía «hay gripe en las vacas» y entonces se juntaban todas en la plaza y el alcalde u otra persona las marcaba con ese hierro. Las vacas al sentir el dolor se esberrizaban todas” (19).
A escasos kilómetros de allí, en Valdepolo, pudimos encontrar el marco de San Antonio y fotografiarlo, gracias a la amabilidad de su propietaria. Es el que se muestra en una de las fotos de este artículo. No es muy grande, tendrá unos cuarenta centímetros de longitud, con mango de madera y barra de hierro terminada en cruz griega, de unos cuatro centímetros cada brazo. Al parecer este hierro lo mandó hacer la madre de nuestra informante cuando se desató una epidemia en el ganado vacuno, hará unos cuarenta o cincuenta años, tal y como nos comenta:
“Fue una epidemia grave, se morían dos ó tres vacas diariamente, entonces alguien dijo: «¿por qué no hacemos el marco como lo hacían antes?». Y se hizo y ese se pasaba de uno a otro, de casa en casa, para que fueran marcando las vacas y así quitarles la enfermedad” (20).
Por esos mismos años parece que emplearon por última vez un hierro de San Antón en otra localidad leonesa, Lugán, cerca de Boñar, en las orillas del Porma. Así nos lo refirieron:
“Se usó para el ganado cuando tenía gripe [glosopeda], la boca de las vacas se llenaba de ampollas, hará unos cuarenta o cincuenta años, ahora desapareció la costumbre. Se calentaba y se marcaba en las ancas. Se encontraba en una capilla. Era redondo con una cruz en el medio, lo iban pasando por las casas y con él marcaban el ganado” (21).
No encontramos el hierro como tal, pero sí las marcas que con él se practicaban en las puertas de las cuadras. Otro vecino de la localidad nos comentó la razón de tal costumbre:
“Era el marco de San Antonio el Gochero, con él marcaban las cuadras cuando terminaba la obra, se pedía al abad [de la Cofradía de San Antonio Abad, existente en el pueblo] el hierro y se marcaban las puertas. También marcaban el ganado. Ese hierro… yo creo que desapareció, ya no me acuerdo de él” (22).
De esta manera, al grabar las puertas de las cuadras con el hierro santo se creía que los animales se verían protegidos de las enfermedades o incluso de algún “mal de ojo” producido por las brujas. Con una finalidad similar, en varias localidades del Páramo leonés lo que se aplicaba a las puertas de las cuadras, o incluso de las viviendas, era una herradura candente, a fin de que quedara impresa su huella, lo cual serviría para alejar a los espíritus malignos que causaban las enfermedades del ganado (23).
La herradura, como se sabe, es un símbolo de la suerte y un amuleto protector contra el Mal. La explicación de sus virtudes puede estar, por una parte, en la creencia antigua de que el hierro es metal de influencias benéficas y por otra, en el simbolismo religioso ancestral que encierra la herradura, por su semejanza con el creciente o media luna, representación de la divinidad (24).
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NOTAS
(1) La Luz de Astorga, 16 de enero de 1957.
(2) LÓPEZ, R.: “Benditos animales”, en Diario de León, 14 de enero de 2008.
(3) SUÁREZ, H. L.: “¡Qué viva San Antón!”, en Diario de León, 17 de enero de 2009, p. 6.
(4) Informó María del Sagrario Cristiano, de Vega de Infanzones (julio, 2008).
(5) ALONSO PONGA, J. L.: “Manifestaciones populares en torno a San Antón en algunas zonas de Castilla y León”, en Revista de Foklore, nº 2, 1981, pp. 3–10.
(6) Informó Lourdes Lozano, de Las Grañeras (julio, 2008) y datos de ALONSO PONGA, J. L. op. cit.
(7) DOMINGO, A.: “Una cofradía con rebaño y pan bregado”, en Diario de León, 18 de enero de 2008.
(8) “La cofradía de San Antonio Abad celebra su fiesta anual”, en Diario de León, 20 de enero de 2007.
(9) Informaron Javier Rodríguez, María Cruz Morán, José Luis Morán, María del Carmen Martínez y José Chamorro, de Villademor de la Vega (julio, 2008).
(10) FRAZER, J. G.: La rama dorada.Fondo de Cultura Económica. México, 2ª edn, 12ª reimpresión, 2003, pp. 691, 697 y 701. Así por ejemplo respecto a los rescoldos recogidos en las hogueras del solsticio de verano, en la Alta Baviera (Alemania), nos dice el autor: “Muchos labradores en ese día apagaban la lumbre de su hogar y lo volvían a encender por medio de tizones y brasas cogidos de la hoguera”. Dichos tizones servían para proteger las casas de los rayos y si se esparcían por los campos aumentaban la fertilidad de los cultivos, sirviendo además, para facilitar el crecimiento del ganado.
(11) Ver por ejemplo DE HOYOS SAINZ, L. y DE HOYOS SANCHO, N.: Manual de Folklore, Manuales de la Revista de Occidente, Madrid, 1947, p. 186 y TABOADA CHIVITE, X.: Ritos y creencias gallegas, Gráficas Magoygo, A Coruña, 1982, p. 244. Este último autor habla de las hogueras que se encendían en Galicia en las festividades de San Mauro (15 de enero), San Antón y La Candelaria.
(12) Informaron Emeterio Escapa (Lugán) y María Cruz Morán (Villademor de la Vega). Datos recogidos en julio de 2008.
(13) Informó María Luisa Garmón, de Valdefuentes del Páramo (junio, 2008).
(14) Informó María del Sagrario Cristiano, de Vega de Infanzones (julio, 2008).
(15) Informó Julia González, de Solana de Fenar (julio, 2008).
(16) Informó Serapia Mencía, de Las Grañeras (julio, 2008).
(17) FRAZER, J. G.: Op. cit., pp. 717–720.
(18) CAMPOS, M. y PUERTO, J. L.: El tiempo de las fiestas. (Ciclos festivos en la comarca leonesa de Rueda). Excma. Diputación Provincial de León, León, 1994, pp. 40–43.
(19) Informó Amor Barrientos, de Villacidayo (julio, 2008).
(20) Informó Eusebia Solís, de Valdepolo (julio, 2008).
(21) Informó Milagros Díez, de Devesa de Curueño (julio, 2008).
(22) Informó Emeterio Escapa, de Lugán (julio, 2008).
(23) RÚA ALLER, F. J. y RUBIO GAGO, M. E.: La piedra celeste. Creencias populares leonesas, Excma. Diputación Provincial de León, León, 1986, pp. 179–180. De forma similar, en la Montaña de Boñar, las herraduras se clavaban en las puertas para impedir el paso de las hechiceras o de [a] los males que pudieran producir. Asimismo, se solían colocar en las chimeneas de las viviendas, por ser éste el lugar por donde se suponía que penetraban las brujas.
(24) Para mayor información sobre la superstición de la herradura y su representación en determinadas rocas de la provincia leonesas, ver: RÚA ALLER, F. J.: “Piedras de ferradura”, en Diario de León, 15 de noviembre de 1985, p. 32.
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Manifestaciones populares en torno a S. Antón en algunas zonas de Castilla y León.
ALONSO PONGA, José Luis
"Divino glorioso Antonio, suplícale a Dios inmenso
que con su gracia divina, alumbre mi entendimiento
para que mi lengua refiera el milagro
que en el huerto obraste, de edad de ocho años" (1).
Así comienza la canción tan popular que se canta en todos los pueblos de nuestra tierra con motivo de la festividad de San Antón; y es que la devoción a este santo ha sido, sin lugar a dudas, la más extendida y la más fuerte que jamás santo alguno haya tenido en todo el Occidente cristiano. Esto quizás se deba al hecho de ser San Antón el abogado de los animales, y en especial del cerdo, que desde antiguo ha sido la base .de la alimentación en la población rural. Esta fiesta ha decaído con motivo de la despoblación del campo y de la mecanización progresiva del mismo, hasta el punto que hoy día en muchos pueblos se ha perdido totalmente.
ANTONIO ABAD y ANTONIO DE PADUA
Bajo la advocación de "San Antón" o "San Antonio de Enero", honra el pueblo en muchos sitios a un santo que es mezcla de otros dos: San Antonio Abad, eremita del siglo IV y San Antonio de Padua, fraile franciscano del siglo XIII. y digo que honra a dos santos bajo la advocación de uno, porque el pueblo en muchos sitios no los distingue, y habla de un San Antonio de Enero al que asocia la protección de los animales, y un San Antonio de Padua cuyo responsorio es "mano de santo" para obtener lo imposible, para encontrar lo perdido. También San Antonio de Padua es invocado para conseguir un/a buen/a novio/a.
Estos papeles específicos que el pueblo ha adjudicado a cada uno de los dos santos, el pueblo mismo se encarga de alterarlos. Por ejemplo, en el Bierzo -donde existen oraciones para proteger los ganados en las que se invoca textualmente a San Antonio de Padua-, muchos pueblos, donde se rezan estas oraciones, celebran una fiesta dedicada a "San Antonio" que es el 17 de enero, no celebrándola el 13 de junio o haciéndolo con otro carácter totalmente distinto. En la Tierra de Campos el día de San Antón los mozos, en sus refranes, acostumbran a pedir una buena novia; esta costumbre también la he encontrado en La Maragatería.
El motivo de confusión de estos dos santos puede estribar en el hecho de tener el mismo nombre y que además sean los dos afamados milagreros, pues si el de Padua -como hemos dicho- es el "abogado de imposibles", el pueblo se lo pone más difícil todavía al Abad, a quien en algunos casos la tradición hace guardián de las puertas del infierno, de donde deja salir de vez en vez a algún condenado cuando el demonio se despista. Esto, que aparentemente es un caso que va contra el dogma, dice mucho, sin embargo, acerca de la confianza que ha puesto el pueblo en los poderes de San Antonio Abad.
San Antón, también conocido como San Antonio Abad o San Antonio el Magno, vivió retirado en el desierto haciendo penitencia. Junto a él llegaron varios discípulos que continuaron su ejemplo; poco después .de su muerte, uno de estos seguidores escribió su vida; es la "Vita Antonii" de San Atanasio (2). La vida de Antonio adquirió pronto tal difusión que en tiempo de San Agustín (nacido dos años antes de morir el santo) era conocida en amplios sectores (3). Este santo fue tenido desde el primer momento como milagroso, pero hasta mucho más tarde no se le encomendó la tarea de proteger a los animales.
En el siglo XI comenzó a adquirir fama de sanador de una enfermedad entonces en boga y -a lo que parece- difícil de curar que era el llamado "fuego de San Antonio" (4). Los aquejados de esta dolencia iban en peregrinación a la iglesia de "Saint Antoine de Viennois", donde se encontraban las reliquias del santo. Como eran muchos los enfermos que había por atender, se fundó una congregación religiosa a tal efecto, los "Antonianos", que atendían a los pacientes en un hospital contiguo a la iglesia. Parece ser que los religiosos, para sustentar a tantos enfermos como llegaban, compraban cerdos, que eran alimentados por los fieles en general; estos cerdos especialmente dedicados al santo tenían colgados del cuello una campanilla con la cruz en forma de "tau" que era símbolo de San Antón. Los animales dedicados al santo, comenzaron a estar especialmente protegidos por él, y pronto este favor se extendió a otras especies, con lo cual el eremita pasó a ser abogado de todos los animales (5).
Otras tradiciones afirman que San Antón comenzó a ser abogado de los animales desde que una vez curó a un cerdo enfermo; la fama obtenida como "sanador de cerdos" se extendió posteriormente hasta convertirle en protector de todas las bestias domésticas.
Las tallas, pinturas y grabados que se conservan del santo, siempre nos le muestran con un cerdo a los pies. Respecto a la representación del cerdo junto al eremita, existen otras versiones: puede ser que el cerdo represente a los animales que el santo ampara, pero también que en el cerdo esté encarnado el demonio, quien, después de haber sido vencido por el santo, fue condenado a seguirle fielmente bajo la figura de aquel animal. Esta última versión recoge las más viejas tradiciones de la Antigua Iglesia, heredadas del judaísmo, según las cuales, los cerdos, animales prohibidos e inmundos para los judíos, son morada de demonios (6).
San Antonio de Padua (7) es un franciscano nacido en Lisboa, pero que recibe este sobrenombre por el gran número de milagros que hace en Padua. Su fama de taumaturgo llegó muy pronto al pueblo y de la mano de la orden franciscana, se extendió rápidamente por toda la cristiandad. La reputación de milagrero que consiguió entre el pueblo, hizo que éste pusiese en manos de San Antonio todos los casos apurados y difíciles entre los cuales estaría también la curación de animales domésticos. Dos santos con el mismo nombre, que hacen milagros parecidos, no podían estar por mucho tiempo disociados en la mentalidad popular, y así se llegó a crear una sola figura con retazos de dos.
Pero si el pueblo confunde las posibilidades taumatúrgicas de sus devociones, no confunde sin embargo sus representaciones iconográficas, puesto que a la figura imberbe del franciscano, contrapone la barbada del Abad. Los que estudiaban "pa sacristanes" en los pueblos, aprendían esta primera regla de oro para distinguir los dos santos: "Si tiene barbas, San Antón...".
EL DIECISIETE DE ENERO
A pesar de la mezcla de cultos y atributos, el pueblo da prioridad al santo celebrado en enero, y así lo manifiesta en sus refranes: Los refranes que se "echaban" en la Tierra ,de Campos, como veremos más adelante, siempre empezaban "Oh glorioso San Antón el diecisiete de enero"...En la zona de la Maragatería se dice "San Antonio de enero, San Antonio verdadero" (8). En el Bierzo: "San Antonio de enero, San Antonio Laconero", y en otro refrán "San Antonio laconeiro, San Antonio verdadeiro". En un aforismo típicamente gallego que alcanza a algunos pueblos del Bierzo se nos aclara perfectamente esta insistencia sobre la fecha del diecisiete de enero "Dezecete de Xaneiro, San Antonio verdadeiro; día trece de San Xoan San Antonio mentiran" (Diecisiete de enero, San Antonio verdadero; .día trece de junio, San Antonio el mentiroso). Con este refrán quieren demostrarse a sí mismos que el San Antonio que pretenden honrar es el abad patrono de los animales, aunque a veces le invoquen bajo el nombre de San Antonio de Padua (9).
Otro aspecto del 17 de enero, es el de servir como punto de referencia para un repertorio paremiológico relativo a la meteorología. El 17 de enero se encuentra prácticamente en el medio de esa época que el pueblo señala como de crecimiento paulatino de los días (por Reyes lo conocen los bueyes y por San Vicente lo conoce la gente). Así pues, el refranero alude a este fenómeno sirviéndose a veces de los animales; son los refranes alusivos a las gallinas: "Por San Antón la buena gallina pon", "por San Antonio laconero, la gallina pone el huevo" (de Portela de Aguiar -León-). Las gallinas, aquejadas del "fotoperiodismo", necesitan unas condiciones de luz para poner, de manera que durante el invierno, en que los días son muy cortos, no ponen, y comienzan a hacerlo cuando los días se empiezan a alargar; por eso otro refrán dice: "Por San Antón, la buena gallina pon, y por la candelaria, la buena y la mala". Las gallinas que comienzan a poner por ahora son las de mejor producción a tenor del dicho popular: "La gallina de enero, al rabo trae el dinero".
Otras veces los refranes atienden directamente a estos cambios de los días, sin ambages: En Valladolid siempre se ha dicho: "Por San Antón, no llega la niebla a las dos"; en Serrada (Valladolid) se oye este otro proverbio: "Por San Antón, da la vuelta el sol".
En Montemayor de Pililla (Valladolid) dicen: "Por San Antonio de enero, huelga la mula y trabaja el mulero"; este refrán nos introduce en otra de las características de la fiesta de San Antón. Esta celebración tiene lugar en una época en. que, por el clima, la gente normalmente no puede dedicarse a las faenas agrícolas, aunque de vez en cuando el mozo haga algún trabajo. Estas fechas son propicias para reuniones de pueblo, y para llevar una vida comunitaria en los hilorios, velorios, filandones, fiadeiros y seranos. Este período invernal, en el medio agrícola, ha sido el más propicio para las fiestas patronales, que a veces se enlazan unas con otras en pueblos no lejanos, y la gente va rotando por las aldeas en un comensalismo que tiende a unir los lazos de vecindad comarcal. En la comarca de Los Oteros (León) se decía este refrán:
Los mártires de Gijón
el veinte de enero son ,
la Cátedra el dieciocho
San Vicente el veintidós;
detente varón, detente,
que antes viene San Antón (10).
Se menciona una serie de fiestas patronales que son las primeras después de Navidad y entre las cuales, como es natural, se encuentra San Antón. Este hecho de estar situada en una época de descanso para el labrador, ha contribuido también al esplendor de la fiesta del patrono de los animales. El ciclo de fiestas invernales en Los Oteros acababa en los primeros días de febrero, ya que a continuación comenzaban otra vez las labores del campo:.
El primero Brigidero
el segundo Candelero
el tercero San BIas
Mocitos, a San BIas
que no vienen fiestas más.
PATRONAZGO SOBRE LOS ANIMALES.
El patronazgo lo ejerce sobre todos los animales, pero de una manera especial sobre los cerdos y las gallinas, base, como ya dijimos de la economía ganadera campesina. En El Bierzo, cuando uno de estos animales enfermaba, se le encomendaba al santo, y cuando sanaba -el 17 de enero-, se le ofrecía al patrono, huevos si había sido una gallina, o un lacón si el sanado era un cerdo.
En algunos pueblos de la tierra llana leonesa le está dedicada especialmente "La rana de San Antonio" (11). Es creencia muy arraigada en estos lugares que si alguien mata a uno de estos batracios, el santo le castigará, enfermando uno de sus cerdos, o incluso muriéndose. Esta rana, por la cantidad de insectos y caracoles que come, es muy beneficiosa para la agricultura, y así las creencias populares tienden a preservarla dándole un carácter sagrado.
Además de patrono, San Antonio, es guardián de los animales, y como talles protege siempre. Se cuenta en Fornela (León) que unos pastores que cuidaban unas cabras en el monte, se quedaron dormidos; como las cabras se acercaran a unos riscos y corriesen peligro de despeñarse, se apareció San Antón y las apartó del peligro. Los pastores no se dieron cuenta del hecho.
Las invocaciones a San Anton/io, las oraciones y pláticas donde se nombra a este/os santo/s son abundantes y se utilizan a modo de conjuros para curar a los animales y preservarlos de las desgracias.
En Los Montes de la Ermita (León), pueblo donde tuve la suerte de hablar con sus dos últimos moradores, un mes antes de abandonarlo definitivamente, recogí esta oración empleada contra la hinchazón de las cabras y ovejas: "Cuando una cabra se hincha, supongamos, porque ha comido algo que no le fue bien, una persona le pasa las manos por debajo de la barriga y le frota bien y dice:
¿Quién te embazó
te embacé yo?
que te desembace San Antón
que puede más que yo" ( 12).
En otras partes .de la misma comarca leonesa del Bierzo, cuando los pastores salen con las ovejas y las cabras, alguien que queda en casa y que tiene poder para hacerlo, las arresponsa contra el lobo, para lo cual reza devotamente el "Responsorio de San Antonio de Padua" (13). Este responsorio, tiene mucha aplicación para el cuidado de los ganados en El Bierzo, en La Cabrera, y en general en toda la montaña leonesa, si bien hay que decir que falta un estudio profundo sobre la extensión y aplicación del mismo, puesto que mientras en algunos pueblos del Bierzo, por ejemplo, el responsorio sirve contra el lobo y los males del ganado, en algunas aldeas vecinas sólo se aplica para encontrar algo perdido, como se hace en la Tierra llana, teniendo para los males del ganado otra serie de conjuros y prácticas de medicina popular (14).
Era muy común en El Bierzo, lo mismo que en la cercana Galicia (15), la costumbre de que cuando el lobo llevaba una oveja, el pastor, de rodillas, rezaba la oración de San Antonio y entonces el lobo abandonaba su presa. En Losada del Bierzo recogí este testimonio (16) "...cuando el lobo te llevaba la oveja, echabas la oración a San Antonio y entonces el lobo la dejaba...". A mi pregunta: -¿Entonces, la oración era milagrosa, y si la rezaban el lobo no les llevaba nunca las ovejas ? Me respondió: " ...bueno eso decían, a veces echabas la oración y con todo y con eso el lobo llevaba la oveja, entonces decían: La oración fue buena, pero también los lobos tienen horas para comer...". Dentro del Bierzo mismo, cuando un animal se perdía, una persona del pueblo tenida por capacitada para ello, rezaba la oración de San Antonio; si se confundía, era que el animal había sido comido por los lobos, pero si no se confundía, el animal aparecería sin daño alguno, aunque pasasen varios días.
Además del responso conocido, en San Martín de Moreda (León) decían este otro responsorio, bastante ininteligible por cierto, y falto de base histórica:
San Antonio de Padua
en Portugal naciste
en el calvario aprendiste
por el Hijo de Dios lo hago
tres veces te llamo,
Antonio, Antonio, Antonio,
por Dios te lo pido
por Dios te lo encargo
que me guardes mis ganados
de zorra, de lobo y de todas
las sabandijas del mundo
Gloria al Padre, Gloria al Hijo
Gloria al Espíritu Santo.
Y en otros pueblos del Bierzo, la jaculatoria más común es:
San Antonio Bendito
guárdame el cabrito.
EL CULTO POPULAR A SAN ANTON
Como el santo era abogado de los cerdos y éstos le estaban especialmente dedicados, este animal es parte central del folklore en su fiesta. En nuestras tierras tenemos la típica figura de "el gocho Antón" o "el marrano Antóm".
Era éste un cerdo que andaba solo por el pueblo, a veces con una campanilla al cuello y otras sin distintivo especial; todo el mundo lo conocía y lo respetaba. Cuando se extraviaba se tocaba a concejo y se hacían partidas de hombres para ir a buscarlo, puesto que era la representación del culto a San Antón hecha por todos los vecinos. En la Comarca de Los Oteros (León), era un devoto del santo quien regalaba el cerdo, y le engordaban entre todos, existiendo la costumbre de que en la casa que entrase tenían que darle de comer lo que quisiese. En Mayorga de Campos (Valladolid) el clero era el que compraba el cerdo. En ambos casos se subastaba el animal el día 17 de enero, y lo que se sacaba era destinado al culto en honor de San Antón. En San Román de Hornija (Valladolid) (17) también se alimentaba un cerdo entre todos los vecinos, pero la costumbre había establecido que el cerdo era para aquél en cuya casa entrase el día de San Antón, lo que daba origen a gran cantidad de escenas de picaresca, encaminadas a conseguir que el cerdo entrase en tal casa y no en la del vecino.
Estos cerdos que andaban sueltos en la calle alimentados por la caridad pública, probablemente proceden de la costumbre ya señalada de la cofradía de los "Antonianos" (18); en cualquier caso es una práctica antigua y muy extendida en Europa (19).
Este andar de casa en casa del cerdo dio origen a algunos dichos, como el que se aplica a una persona que siempre anda de un lado para otro y descuida sus cosas "ese es como el gocho Antón...".
Ofrendas al Santo
Por la teoría de la magia homeopática (lo similar produce lo similar) se explica el hecho de que las ofrendas que mayor prodigalidad alcanzan en esta fiesta son aquellas donde entran partes del cerdo, que a manera de exvotos se empezaron a llevar al santo en acción de gracias por la curación del animal.
Las principales donaciones de cerdo que se hacen son: las patas ( también llamadas pies o patos en otros sitios), lacones y la cachucha. Estas son las ofrendas más generales y extendidas por todos los pueblos, aunque hay algunos sitios donde se dan ligeras variantes: En Benuza (León) se recogían los obsequios en varios cestos: En uno se ponían las velas, en otro el lino y la lana, y en otro los lacones y cachuchas ; al acabar la misa se repartía lo recogido de la siguiente manera: las velas para el santo, los lacones y cachuchas para el cura, y el lino y la lana se subastaban, yendo a parar el dinero obtenido a la cofradía. En Pobladura de las Regueras ( León) se hacía un ramo con los pies de cerdo, que se subastaba a la salida de misa; el importe conseguido se destinaba al culto. En Santibáñez del Toral (León), el mozo soltero más viejo era el encargado de recoger por las puertas algo de cerdo o algún producto de huerta que posteriormente se subastaba.
El ofrecimiento de partes del cerdo a San Antón está reflejado en este refrán recogido en Sigüeya -Benuza- (León): "En la fiesta de San Antón, ofrece el pobre de su cochino a su patrón". En Morgovejo (León} se ofrecen patas de cerdo que se subastan a la salida de misa. Esta costumbre de ofrecer las patas de cerdo, es quizás la más extendida en todos los lugares. El pueblo ofrece las patas al santo como agradecimiento por algún favor recibido, pero de alguna manera es consciente del destino que llevarán esas dádivas, y por eso en San Román de Hornija (Valladolid} -donde a la salida de misa era costumbre "echar relaciones"-, decían esta coplilla:
Oh glorioso San Santón
¿qué haces en ese tablón
con la cabeza tan dura?
No te doy los pies de cerdo
porque te los come el cura.
En Aguilar de Campos (Valladolid} los cofrades piden por las casas y lo que recaudan lo ofrecen a los pobres. En Roales de Campos (Valladolid) se ofrecían partes de cerdo y productos de la cosecha. En Alcuetas (León} el presidente de la Junta Vecinal salía con un saco al hombro por las casas, y los vecinos le echaban allí lo que quisiesen dar de la cosecha del año anterior. El producto de esta colecta se destinaba a la misa en honor del santo. En Olmos de Esgueva (Valladolid} la fiesta tomaba carácter comunitario, pagaba la misa el Ayuntamiento y a la salida de misa bendecían una serie de productos del campo. En Villanubla (Valladolid} se llevaban a la iglesia los animales para ser bendecidos, y además se llevaban legumbres y partes de la cosecha que posteriormente se volvería a traer otra vez a casa. En Villalba de los Alcores (Valladolid} el día de San Antón era voto de villa (20}.
Bendición de los animales
La bendición de los animales en este día se remontaría a la Edad Media, coincidiendo con el patronazgo del santo sobre ellos. En los pueblos campesinos, se aplicaba fundamentalmente a los animales de labor, o a los ganados, para lo cual llevaban a estos a las puertas de la iglesia. Muchas veces ante la imposibilidad de bendecir a todos, se mandaba una representación de los mismos, pero la bendición se hacía extensiva a la generalidad. En Vizcaínos de la Sierra {Burgos} los mozos iban a misa con los burros bien adornados; a la salida se les bendecía, y daban unas vueltas a la iglesia a todo correr. En Tudela de Duero (Valladolid) un hombre adornaba un caballo y con él daba vueltas alrededor del pueblo seguido por los chiquillos; a continuación iba a la iglesia, donde el cura le bendecía {21}. En Mayorga de Campos {Valladolid}, Sahagún {León}, Valencia de D. Juan {León} y varios pueblos más de la Tierra de Campos, la juventud iba a misa con los burros y los caballos muy adornados; después de la misa eran bendecidos estos animales, y a continuación hacían cabalgadas y se "echaban refranes" ante la imagen del santo.
Muchas veces los animales que no habían sido bendecidos, participaban de la bendición de una manera indirecta: En Olmos de Esgueva {Valladolid} se bendecía la cebada que después se daba a los animales. En Bembibre {León} se bendicen unas "bollas" -panecillos de forma vagamente antropomorfa que son típicos de ese día-, de los cuales comen posteriormente las personas y, finalmente, los animales. En Roales de Campos {Valladolid} se comía ese día como dulce típico "Las rosquillas de San Antón" que se hacían con granos de anís; "se llevaban a la iglesia para bendecirlas y se las volvía a llevar a casa y se comían, se daban algunos trozos a los animales y también se les daba pan bendecido ese día..., estas rosquillas tenían formas como de muñecos, nidos de pájaros, etc. ..".
La costumbre del pan bendito el día de San Antón, nos parece que nada tiene que ver con la costumbre del "pan de los pobres" de San Antonio de Padua, puesto que si el elemento es el mismo, la intención que mueve a cada uno de los actos es distinta. El hacer muñecos y otras- figuras con pan puede responder a los mismos móviles que los rituales mágicos del totemismo, donde se pretende comer a la divinidad o algo que represente a ésta para alcanzar las cualidades de la misma {22). El hecho de dar a los animales algo bendito a comer para obtener su curación entronca con una serie de ritos que se hacen por diversas partes de León en la noche de San Juan.
MANIFESTACIONES SOCIOLOGICAS EN TORNO A LA FESTIVIDAD
Los refranes
Entendemos como refranes una serie de dichos y coplillas que se decían con motivo de la festividad de San Antón aprovechando la reunión que había a la salida de la iglesia, donde se colocaba al santo en un altar preparado al efecto. Delante de su imagen se recitaban versos Esta costumbre, si no privativa de la Tierra de Campos, sí fue en esta comarca donde más arraigo llegó a tener.
La fiesta del 17 de enero, era propicia para estas poesías de chanza, porque en algunos casos tal celebración daba principio al carnaval (23), y otras veces se confundió con la fiesta de los locos (24). Además, al reunirse mucha gente incluso de varios pueblos, se creaba un marco incomparable para liberar tensiones de tipo social entre miembros de la misma comunidad o entre dos comunidades distintas, por la vía de la sátira (25). La mayoría de los refranes que se "echaban" en este día eran alusivos a cosas concretas ocurridas en la localidad o localidades el año anterior.
En algunas comarcas no todos los pueblos celebraban la fiesta, sino que se juntaban varias aldeas en una para la celebración, y por eso hay coplas de unos pueblos a sus vecinos, allí presentes, donde ridiculizan a sus rivales poniendo al santo como vehículo transmisor. En Arlanza del Bierzo (León) hemos recogido la siguiente:
Oh glorioso San Antón
cuando viniste de Olleros
traías la -cara más negra
que el culo de los calderos.
Coplilla que, al parecer, cantaban los de Losada del Bierzo a San Antón tachando de desidiosos y abandonados a los de Olleros.
Otras veces, las poesías ridiculizan una costumbre que está muy arraigada, pero que a todas luces tiene falta de lógica: el ofrecer cosas de comer al santo que "ni come ni bebe". El pueblo que lo hace, es a la vez consciente de la carencia de sentido, y ridiculizándose a sí mismo quiere deshacer su propio error.
Además de la "relación" ya citada en San Román de Hornija, vamos a exponer otras que llevan veladamente esta intención. Estas poesías adquieren toda su fuerza en el hecho de que cuando se está ofreciendo comida al santo se le está diciendo al mismo tiempo:
San Antonio bendito
que no come ni bebe
y está gordito
refrán recogido en Matachana (León) y que tiene algunas variantes. Una de las más extendidas es la que se refiere a su perro (26):
San Antonio bendito
tiene un perrito
que no come ni bebe
y siempre está gordito.
Otras veces se critica solapadamente la afición al vino, puesto que en los refranes de San Antón, sin motivo aparente, se repite el "no bebe vino" (27).
En Colinas del Campo de Martín Moro (León), decían:
San Antón, santo francés (28),
santo que no bebe vino
y lo que tiene a los pies
San Antón, es un cochino.
O lo siguiente, que he oído en Maragatería, Bierzo, Tierra de Campos y riberas del Duero:
San Antón por enero
gasta corbata
como no bebe vino
no se la mancha.
También se pide en los "refranes" por los animales. De este tipo tenemos varios, recogidos en la Tierra llana leonesa y en la Tierra de Campos, como éstos de Villamañán (León):
Oh glorioso San Antón
aquí te vengo a suplicar
me guardes esta borrica
que me compró mi papá.
Oh glorioso San Antón
que estás en ese lugar
aquí te vengo a visitar
con el burro del tío Juan.
Un refrán que merece especial atención es éste que vamos a ofrecer a continuación, cuya estrofa, a la que siguen después varias diferentes en cada pueblo, es la misma para toda la Tierra de Campos; la he encontrado en las provincias de Palencia, León, Valladolid y Zamora.
Oh glorioso San Antón
el diecisiete de enero
iba con la burra al agua
se me cayó en el reguero
yo la tiraba poI rabo
ella me tiraba pedos
y yo decía
que "pa" Pedro el zapatero.
En el último verso se cambia el nombre propio y el oficio, procurando acomodarlo a una persona de la localidad. Aquí vemos que en las comunidades agrícolas, aquellos que ejercen oficios distintos a los de la mayoría, son diferentes del común y se les rechaza; se les considera inferiores o superiores (29) y, como a marginados, se les hace blanco de ofensas y agravios.
Sin embargo, la mayor parte de las estrofas cuentan hechos ocurridos a lo largo de todo el año; no vamos a transcribir estos refranes por ser muy particulares de cada pueblo y no tener excesivo sentido fuera de ese contexto.
Otros refranes muy abundantes son los referidos al tema del amor. Aunque el patrono de noviazgos es el de Padua, aquí se vuelven a confundir los papeles; confusión que no parece casual, sino bien definida y arraigada en el pueblo. En Villamañán (León) existe una cofradía de San Antonio de Padua, que celebra gran fiesta el trece de junio; sin embargo, entre los refranes de San Antón tenemos éste:
Oh glorioso San Antón
aquí te vengo a suplicar
me des una buena novia
que yo me quiero casar.
Refrán que también se decía en Valencia de Don Juan (León), Villalobos de Campos (Zamora), Roales de Campos (Valladolid), etc...
Sobre el mismo tema del amor versa este otro de Posadilla de la Vega (León):
Yo no sé cómo pedirle
al glorioso San Antonio
que me diga claramente
si tengo derecho a novio.
San Antonio bendito
tú eres ingrato
sin embargo hay algunas
que tienen cuatro.
La petición de casamiento a San Antón alcanzaba en algunos pueblos una plasticidad muy grande, en un lenguaje llano como éste de Besande (León):
San Antonio bendito
dame un yerno
y si no me lo das
vete al cuerno.
Y como nunca llueve a gusto de todos, los solteros pretenden casamiento por intercesión del santo, mientras los casados, envidian al eremita que pasó su vida lejos de las mujeres. Así lo expresa esta poesía recogida en Los Oteros, que he oído también en El Bierzo, y que parece ser está muy extendida:
Tuvo suerte San Antón
al elegir al cochino;
si cae con "la mi parienta"
el pobre se pega un tiro.
Intimamente ligado al tema de amor, están las relaciones de chicos y chicas de cualquier localidad, o en un sentido más amplio las relaciones de los dos sexos, que también adquieren matices especiales con motivo de esta fiesta. En Valdezate {Burgos}, en Montemayor de Pililla {Valladolid} y en Tudela de Duero {Valladolid}, las mozas escribían a los mozos felicitándoles por ser el santo de los burros, y les hacían llegar estrofas alusivas a esto. En otros pueblos eran los mozos los que satirizaban a las mozas en sus refranes; véase éste de Villambrán de Cea {Palencia}:
Oh glorioso San Antón
el diecisiete de enero.
¿Qué hacen ahí esas mozas
que no van a ver el puchero?
Mándalas ir a misa,
no se saben presignar
si las mandas ir al baile
verás qué contentas van.
Refrán similar a éste es el siguiente de Sahagún de Campos {León}:
.Oh glorioso San Antón
el diecisiete de enero
¿Qué hacen aquí esas mujeres,
que se las quema el puchero? {30}.
SAN ROQUE y SAN ANTON
A partir del siglo XIV, comienza a extenderse por el mundo cristiano la fama de otro santo que también era remedio contra las pestes: San Roque, el santo que {según la leyenda} en peregrinación a Roma se queda asistiendo a los apestados y él mismo contrae la enfermedad que se le cura porque un perro le lame las heridas; desde entonces el perro le acompaña a sus pies en los altares. Por estos cuidados en pro de los contagiados pronto pasó a ser distinguido como remediador de pestes. Al principio era invocado contra las pestes de las personas, pero posteriormente se pusieron bajo su protección los animales, con lo que entraba de lleno en el terreno de San Antón.
Las imágenes de los dos santos comenzaron a exhibirse juntas en las iglesias, y los fieles empezaron a diversificar sus devociones; unos como devotos de San Roque y otros de San Antón. Esta diversidad devocional llegó en algunos pueblos hasta tal punto que unos vecinos celebraban la fiesta de San Antón, y no la de San Roque, mientras que otros vecinos festejaban San Roque, y no San Antón. La rivalidad de los devotos pasó, o se hizo pasar a los Santos (31}, ya que el pueblo pensaba que dos santos del mismo oficio no podían llevarse bien a causa de la coincidencia de competencias. Así, en algunos pueblos de Los Oteros, donde es costumbre colocar a los dos santos en el mismo altar, les han dedicado esta coplilla, que aunque no sea un dechado de poética, tiene la fuerza descriptiva de las obras populares:
San Antón con su bastón
a San Roque pegó un palo;
San Roque le "enviscó" el perro
y agarró al gocho poI rabo.
En esta poesía, y en muchas otras, se aprecia cómo las imágenes y devociones populares son protagonistas de las virtudes y defectos de sus devotos, porque el pueblo tiene una cierta tendencia a hacer a los santos a su imagen y semejanza.
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(1) JOAQUIN DIAZ Cancionero de Romances en que están recopilados la mayor parte de los romances castellanos que falta agora se han compuesto. Discos Movieplay, dlsco II, cara A. En el comentario que hace el autor a este disco, dice que la canción pertenece al S. XVIII, aunque pudiera estar inspirado en versiones precedentes. Por nuestra parte citamos esta edición del poema, porque es la que hemos oído por El Bierzo, Tierra de Campos, las dos Cabreras, Maragateria el Páramo, y curiosamente no varia la letra ni la música en las distintas comarcas.
(2) La edición más crítica de la "Vlta Antonii" de S. Atanasio, puede verse en la Vita Antonii en la colección "Vite dei Santi" a cura di Chrlstine Mohrmann. Fondazione Lorenzo Valla, Arnoldo Mondadori Editore. Veron l947. En las introducciones hace un estudio de la época del Santo, y comentarios de la hagiografía cristiana. También puede verse BOLLANDUS I. Acta Sanctorum Antuerpiae apud Ioannem Meursium anno MCXLIII, pp. 107-162 / CROISET J Año Cristiano, Madrid 1881, T. I., pp. 329-336 / Varios Bibliotheca Sanctorum Instituto Giovanni XXIII della Pontificia Universitá Lateranense Roma 1962. T. II., pp. 106-135.
(3) Confesiones Lib. VIIl, 6, 14.
(4) El fuego de S. Antonio O fuego sagrado, está producido por los alcaloides del cornezuelo del centeno. Estaba muy extendido en la Edad Media, a consecuencia de la alimentación con pan de este cereal. El cornezuelo del centeno producía dos tipos de ergotismo, el ergotismo gangrenoso (ignis sacer o fuego sagrado) y ergotismo convulsivo (...terribilis morbus pestencialis convulsivus)... "LORENZO VELAZQUEZ B. Terapéutica con sus fundamentos de Farmacología Experimental, Décima Edición. Editorial Científico Médica.Barcelona l966.
(5) Bibliotheca Sanctorum pp. 114-116.
(6) Mateo 8, 28-34; Lucas 8, 26-39. También a este respecto dice BOLLANDUS: "...fieri etiam potest quod maiores nostri, dum prlmum porcum el potius quam aliud animal, non huc respexerint, sed ad daemonum lnsultus, quos perpessus est. Daemones enim per porcos convenienter significantur..." Acta Sanctorum p. 158.
(7) Para la vida de S. Antonio de Padua puede verse : Varios Acta Sanctorum (Iunii) , Antuerpiae, Apud Vlduam & Heredes Henrici Thieullier A. D. MDCLXXXXVIII, pp. 1.020-1.030 / RIBADENEIRA P. Flos Sanctorum Barcelona, 1870, T, II, pp. 205-212 / Varios Bibliotheca Sanctorum T, II, pp. 156197.
(8) En Nogarejas (León) se dice el mismo refrán referido a S. Vicente "S. Vicente de Enero S. Vicente verdadero". Vemos que también con el nombre de Vicente se honra a dos Santos, estos refranes quieren manifestar la primacía de uno de los dos.
(9) BOUZA BREY F. Dezasete de Xaneiro San Antonio verdadeiro Cuadernos de Estudios Gallegos T. IX, 1948, P. 153.
(10) Lo que el pueblo llama "los mártires de Gijón son S. Sebastián y San Fabián, patronos de Santa Maria de los Oteros cfr. ALONSO PONGA J. L. La picaresca de los Oteros (León) Rev. Tierras de León, núms. 36-37, Diciembre l979, p. 173 / Similar a este refrán existe otro recogido por GONZALO CORREAS, Vocabulario de Refranes y frases proverbiales y otras fórmulas comunes de la lengua castellana. Madrid 1924, p. 129 b. Citado por CARO BAROJA J. El Carnaval (análisis histórico-cultural) segunda edición Madrid 1979, p. 135. El refrán en cuestión dice:
Corvllla de Enero
S. Sebastlán primero
Calla, tente, varón
que primero S. Antón
(11) La rana, de S. Antonio o "Hyla arborea". Se caracteriza porque"... su coloración varia dependiendo de la situación sistemátlca y de los lugares que habita... Se alimenta de insectos, pequeños moluscos, arañas y animalitos de cualquier clase... Se domestica fácilmente... Es creencia que advierte con alguna anticipación los cambios atmosféricos..." SCORTECCI G. Los animales, 1900, Sexta Ed. T. IV, pp. 98-100.
(12) Estas noticias, que copio textualmente, se las debo a D. José Crespo, en una entrevista realizada en los Montes de la Ermita (León) en Mayo del 1979; al mes siguiente abandonaban el pueblo.
(13) El responsorio de S. Antonio de Padua es el conocido "Si buscas milagros mira...". Esta es la traducción del "Si quaeris mirácula", composición rimada compuesta unos dos años después de la muerte del Santo, hacia el 1235, según unos por Giuliano da Spira, cfr. CROISSET Año cristiano, p. 1.029. Es un relato en verso de una serie de milagros del Santo.
(14) Sobre este tema véase nuestro trabajo sobre "La cultura pastoril en la Provincia de León, inédito.
(15) LISON TOLOSANA C. Perfiles simbólicos-morales de la cultura gallega. Madrid, 1974, p. 125 y 88. véase sobre todo el capítulo "Sobre antropología cognoscitiva, el arresponsador gallego".
(16) Estas noticias y otras muchas que irán apareciendo en sucesivos trabajos sobre la zona de Losada, se las debo a D. Manuel Feliso, hombre muy documentado sobre las tradiciones y creencias antiguas con quien tuve la ocasión de hablar repetidas veces; vaya en estas líneas mi agradecimiento.
(17) Quiero desde aquí tener un cariñoso recuerdo a la memoria. de D. Sebastián Torres yo. que gracias a su privilegiada memoria, pudimos recoger una serie de estrofas de S. Antón y "del gallo"".
(18) Bibliotheca Sanctorum, pp. 114 115.
(19) "...Nam in huius beneficii implorationem ac protestationem porcur plerisque locis alitur a communitate, quem nominant S. Antonii porcum..." BOLLANDUS I. Acta Sanctorum, p. 158.
(20) Para el significado de los votos de villa cfr. ALONSO PONGA J. L. ALCUETAS: Análisis de la vida en las aldeas leonesas de la comarca de Los Oteros Archivos Leoneses en prensa.
(21) Las noticias sobre Tudela de Duero las recogí entre los componentes de las Aulas de Tercera Edad de aquella localidad en el curso dirigido por D. Miguel Valderrábano, 1978-1979
(22) DITTMER K. Etnología general, primera reimpresión. México 1975, p. 105.
(23) CARO BAROJA J. El carnaval, pp. 44 y ss.
(24) DIAZ VIANA L. Las doce palabras: romance y leyenda Revista de Folklore, núm. o. Valladolid 1980, p. 3 / CARO BAROJA J. El carnaval p. 336-344.
(25) LISON TOLOSANA C. Invitación a la antropología cultural de España. La Coruña, 1977, pp. 95 y 88.
(26) En todas las representaciones pictóricas y en las de relieves y de estatuas, se representa a S. Antón con un cerdo a los pies, mientras que el perro es distintivo de S. Roque, sin embargo no se sabe por qué esta poesía y muchas más que hemos recogido en la Provincia de León hablan del perro de S. Antón.
(27) El vino era uno de los defectos que más temían las mozas en sus futuros maridos así lo hace saber esta canción leonesa: A la Virgen del Carmen / tres cosas pido / la salud y el dinero / y un buen marido / que no fume tabaco / ni beba vino.
(28) El apelativo de "francés" para S. Antón puede venir, porque en Francia es donde se guardan sus reliquias.
(29) ALONSO PONGA, J. L. ALCUETAS: Análisis... en prensa.
(30) Muy parecido en el contenido es éste de Tudela de Duero:
Oh glorioso S. Antón
el 17 de Enero
¿qué hacen ahí esos marranos
que no cuecen en el puchero?
(31) ALONSO PONGA J. L. La picaresca de los Oteros (León), p. 173.