martes, 22 de mayo de 2012

Tradiciones de San Antón en tierras leonesas: La Bañeza


Bendita animalada

A. Domingo | Redacción 23/01/2012 
 
La Bañeza volvió a honrar ayer a san Antonio Abad, con la bendición de sus mascotas en la plaza de El Salvador, un acto que congrega a varias decenas de animales de distintas especies en la variopinta manada que pasa todos los años bajo el hisopo del párroco de El Salvador, Arturo Cabo, y los responsables de la Cofradía de san Antón —de la que se sabe que ya en el siglo XVI tenía actividad—, que premian a los niños que acuden al acto con unas chucherías.

La mayor de las bestias concentradas en la plaza fue el cerdo de 220 kilos que sorteó después la cofradía y que se llevará el poseedor del número 13.178, cuya identidad aún no se conoce. La hermandad entregó los premios del concurso de infantil de relatos San Antón y Los Animales, que recayeron en Ana González Fernández, por La gata voladora, y María González Sutil, que presentó Encarcelados en la granja.

La auténtica fiesta en honor a san Antonio Abad se celebra hoy, el lunes siguiente a la celebración litúrgica, con la invitación del juez saliente, Bernardo Gordón, a un ágape en su domicilio. Los cincuenta cofrades, todos varones, se dirigirán después a la localidad de San Mamés de la Vega, donde se creó la cofradía, para procesionar la imagen del santo y oír misa. Tras el oficio religioso, vecinos y hermanos compartirán pan con chorizo, vino y pastas. Posteriormente, los devotos del fundador de la vida alejada del mundo celebrarán una comida, para concluir con una merienda en casa del juez entrante, Ángel Martínez Fernández.

La santa regla.
La Cofradía de San Antón de La Bañeza conserva el ejemplar de la Santa Regla redactada en 1729, año en el que se celebró cabildo general en la fiesta litúrgica del ermitaño, el 17 de enero. Se elaboró entonces un texto con catorce artículos, al que se añadiría un decimiquinto en 1741. El texto contempla el régimen de funcionamiento de la cofradía, las sanciones de las faltas en las que pudieran incurrir sus miembros, así como el pago de «tres herminas de trigo, bueno, limpio y seco, y once reales de moneda de Vellón» para quienes ingresaran en la hermandad. También se explica el régimen de arrendamiento de los bueyes de la cofradía, para su sostenimiento.

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